(¡Ejém!)
Como bien es sabido, existimos una pequeña cantidad dentro de la gran masa humana cuya mayor aspiración es reírse de esa figura fuerte, masculina, trabajadora y poderoso a la que solemos llamar papá, papa o padre. Así es, solemos obtener un intenso placer al reírnos y putear al cabeza de familia que nos recrimina el ser parásitos en su alma, un placer sólo comparable al orgasmo. En efecto, muchos somos los que sufrimos esta traviesa parafília.
Harto de buscar apoyo y nuevas ideas para una más original gratificación de carácter meramente onanista en esta empresa que devora el 100% de todos nuestros pensamientos y sin embargo no encontrar apenas nuevo material práctico (ni siquiera teórico) me ha dispuesto, pues, a escribir el siguiente texto, en el que explico cómo hago yo para superarme día a día en este campo.
Disfrutadlo:
Bien cierto es que gozo como mi perro, al recoger las piedras que lanzo con fuerza, cuando sigo durmiendo después de que mi padre entre por mi puerta a las 6:45 am y me diga que es la hora de ponerse en pie. Puedo tener hasta una sobredosis de cafeína en ese instante, que si hace falta me trago un bote entero de tranquilizantes con el fin de seguir durmiendo. De esta forma sé que me estoy riendo de él, de papá.
Qué decir de las veces en las que llego a casa y veo bolsas de basura por doquier. Tengo que decir que me vuelvo loco por cogerlas todas de golpe, en un arrebato de adrenalina, y ponerme camino al contenedor de basura. Ahí están, alrededor de la papelera, escondidas tras ese mueble tan lejano a la puerta principal. Está claro que las veo, porque cada vez que entro en cas me voy corriendo a ese rincón y lo examino en busca de posibles bolsas de basura. Pero ¿sabéis qué? Sé que mi padre cuenta conmigo para que las tire a la basura…. Y si no las tiro ¡me estaré riendo de él! Jajajaja pues que se pudran ahí.
Que si barrer las terrazas, que si arreglar el garaje, que si cortar las hiervas del jardín, que si limpiar mi cuarto…. Claro que recuerdo que debo hacerlo, me paso el día pensando en ello. Pues yo no soy como lo demás, a mi no me preocupan los amigos, las novias, mis notas, con quien he quedado, yo no tengo planes ni pienso en nada que no sea reírme de mi padre. En serio, es lo único que tengo en mente desde que me levanto hasta que me acuesto… no tengo más quebraderos de cabeza.
Y si no hago lo que me piden no es porque me falte tiempo, no es tampoco por que se me pase, ni porque tenga que hacer otras cosas o porque tenga malos días y no pueda evitar estar en la luna…. Nah, eso les pasara a los inocentes de los jóvenes comunes. No, está claro que yo recuerdo hacer todo eso y tengo tiempo y ganas…. ¡PERO YO LO QUE QUIERO ES REIRME DE MI PADRE! ¿Comprendéis?
Así es, paso los días en la calle. Y no con amigos, chicas, comprando, informándome de cómo van las cosas, divirtiéndome con los estímulos de exterior o viendo que novedades hay en los variados comercios del mundo, no. Yo salgo a la calle por dos razones: una es escapar de casa y que todo lo que se tenga que hacer lo haga el inocente de mi padre y la otra pensar, investigar y acudir a comunidades de gente que se ríe de sus padres para intercambiar ideas y “batallitas” sobre reírse de los padres.
¿Y qué decir sobre cuando estoy en mi cuarto durante horas? Que nadie piense que estoy en ese rato divirtiéndome en charlas con otras personas, estudiando, leyendo, mirando películas o culturizándome… ¡que va! en ese rato yo no hago cosas tan estúpidas e impensables para mí. Yo me dedico a buscar con la energía de un fanático en internet nuevas formas de reírme de mi padre. Aunque, como comento al principio, no suelo tener éxito en mis búsquedas… claro, quizás por eso tardo tantísimo, quizás por eso paso tantas horas ahí.
Y hablando de horas, tengo la costumbre de estar mirando mi reloj cada dos minutos, llamarme trastornado obsesivo compulsivo (¡caray, otra patología!), pero es así. Estoy constantemente atento a la hora que es exactamente… pues siempre me aburro y estoy a la espera de una nueva oportunidad para reírme del compañero romántico de la que me trajo al mundo. Por lo que cada vez que se me pasa la hora y bajo tarde a cenar o a hacer lo que quiera que se me encomiende hacer es totalmente a propósito para…. sí, eso es: para reírme de mi padre.
Y si no estoy en casa…. me doy cuenta en una de las veintiocho veces (o treinta) que miro el reloj cada hora que va siendo hora de volver a casa, pero es un gusto tan intenso el saber que estoy haciendo quedar a mi padre como un tontorrón que decido quedarme siempre un ratazo más…. total, tengo la suerte de encontrar transporte allá donde voy (¡siempre! ) y al instante, además de tener la sobrenatural habilidad de hacer que aquel coche, bus o tren en el que me monto viaje a la velocidad de la luz… si llego tarde será siempre culpa mía, pues claramente lo hago a propósito, para llegar tarde y reírme otra vez de mi padre.
A veces se da cuenta, pues después de todo, el conoce cada rincón de mi psique… es indiscutible eso, sabe todo lo que yo pienso (fácil, sólo pienso en una cosa) y me lo hecha en cara, es entonces cuando yo intento reírme de él argumentando una ingeniosa defensa en forma de excusa o explicación. Pero caray, siempre me pilla, el muy avispado.
Vuelvo con la cicatriz de una derrota frente a mi padre y paso hasta las 5 de la mañana sin dormir, maquinando nuevas formas de reírme de él. Al día siguiente duermo hasta mediodía, para no aprovechar la mañana y, así, reírme de él.
¿Soy o no soy malo? Jajajajaja
Aceptaré con gusto toda forma nueva de reírme de mi padre que me enviéis a la siguiente dirección:
carlos.tarrino.moral@gmail.com
¡Un saludo a tod@s!