jueves, 26 de febrero de 2015

Negror

No duermo.
Yo soy la oscuridad que os envuelve a todos mientras soñáis.
Soy el que diseña vuestros sueños, el guionista de vuestras fantasías.
Soy el frío que os hace arroparos más y el cálido aliento espontaneo al que os volvéis adictos en plena noche de invierno.
Soy la sombra que os observa desde la silla, así como la voz mental que os tranquiliza haciéndoos creer que es sólo ropa.
Soy el ruido en la lejanía, los gritos de disputa en el portal, las sirena de policía, la ansiedad de ser mortal.
O quizás el violento viento en el bosque, los gritos de lo silvestre, lo oculto. Soy los ojos de gato que se clavan en los tuyos tras el cristal.
Y soy la seguridad de cuatro paredes a la casi penumbra, así como el susurro bajo el somier.
Soy la sutileza del pijama o la sábana que acaricia vuestra piel.
Soy la brisa que, furtiva, entra por la ventana en invierno y os abraza para mezclar mi frío con vuestro calor en vacaciones de verano.

Soy el suelo convertido en hielo y la profundidad del pasillo.


Soy cada raíz textil, sedándoos y dando la bienvenida al reino onírico.
Soy la energía vampírica que fluye por la tela de araña del colchón.

Soy las metas, el sueño húmedo, la pesadilla.
El cielo, el suelo, el agua, la arboleda y el templo.
Y soy la condensación de todo lo anterior.

Soy el último beso antes del despertador, bañado en la amargura de la consciencia, que os recuerda que nada de lo vivido ha penetrado en la realidad.

Soy millones de ojos estallando al encenderse la luz.