martes, 16 de septiembre de 2014

DRETUIPO (por ejemplo)

Es curioso que sólo me siento absolutamente inspirado cuando estoy agonizando ahí, al filo del precipicio. Osea, cuando veo una luz lejana de la que sale, con mucho fervor y con esa maquiavélica mueca de gozo, la muerte corriendo hacia mi con el fin de violarme.

Sin embargo Morfeo siempre me propone echarme un cable y recogerme rápido, con la inevitable consecuencia de no poder expresarme.

Dormir siempre es un placer. Y como hedonista prefiero el deleite del masaje con el que me reciben las musas, a lomos de ácaros, al entrar en la cama y la impredecible sesión de cine onírico que el azar me programa individualmente.

Lo prefiero antes que la satisfacción dilapidada de gritar lo que pienso a la pared con su consecuente lapidación y posterior crucifixión por parte de los inquilinos de esos infalibles oídos que siempre se dice que posee.

Llamadme cobarde.
Pero no quiero ser reconocido sólo tras mi muerte, siendo un cadáver lleno de cicatrices, producidas por ese apedreamiento de los mismos que luego creerán en mi y me ensalzarán.
Llamadme también vanidoso.


FUENTE: Cualquiera, menos yo.
(Puesto que yo sólo soy un loco en letargo. Un duende que observa y ríe desde la cornisa. Tan incapaz como desinteresado en poner fin).

lunes, 15 de septiembre de 2014

El hombre malo de las marismas.

Era un hombre lleno de odio que se dedicaba a cazar niños en las marismas, de esos que tienen poca edad y sin embargo beben, fuman y quieren follar, pero al final se echan atrás porque ellas dicen que la primera vez debe ser bonito. Y si no lo dicen, ellos se cortan y no se les levanta. De la emoción, se colapsan porque entran en shock.

Bueno, pues lo que pasa es que éste hombre los cazaba y se lo comía. Porque tenía algún tipo de trastorno tocho de esos que te hacen hacer cosas así.
Entonces éstos niños no volvían a casa, claro.

Una vez ocurrió que las familias se hartaron de que sus hijos no volvieran a casa y apareciesen sus huesos en las marismas. Así que fueron a la policía a manifestar lo enfadados que estaban con la situación, pero lo acobardados que estaban como para resolverlo ellos solitos. Como siempre pasa.
El caso es que fueron un escuadrón o brigada o como se diga a las colonias de policías que van a ver qué mierda está pasando el los lugares. En ese escuadrón (o brigada, ¿yo qué sé?, de verdad) había una psicóloga, que siempre las hay.

La mujer encontró la guarida del hombre, a solas. Porque era una mujer muy valiente, muy decidida y muy moderna.
Lo encontró llorando, ahí, en una esquina de la cueva.... porque el tipo era de filosofía paleoanarquista, aunque estuviese loco.
La mujer se enamoró y.... bueno, pues porque le pareció una imagen tierna, esa.
Claro, ella también estaba un poco loca, como la mayoría de gente que siente interés por la psicología. Que todos suelen tener alguna neurosis más o menos alarmante enquistada.
Empezó a hablar con él, y él respondía bien.... de forma no violenta. Porque ella sabía hablar correctamente a los enfermos mentales, porque era psicóloga y había leído mucho. Ella sabía, porque había estudiado. Algún porrillo había caído y alguna campana también, pero había estudiado.

Al parecer había ahí una infancia complicada, la de él. Suele pasar, pero es que la infancia es muy importante, y eso no hay que olvidarlo.
Su padre era alcohólico, su madre no era puta, pero tampoco tenía muchas ganas de vivir. Una tragedia.
También le hacían bulling...... bueno, eso: lo de siempre. Y de ahí que su fijación fuera por los adolescentes.
Entonces todo ese odio era, en verdad, tristeza.
No puedo dar más detalles porque no soy psicólogo, pero un psicólogo ya sabrá por donde van los tiros. Y un psiquiatra también.

Pues el hombre resulta que tenía sentimientos de culpabilidad después de sus matanzas. Él tenía momentos de lucidez y sabía que lo que hacía no estaba del todo bien, algo hacía mal.
A ella, que comprendía su mente atormentada por demonios babilonios, eso le resultaba tierno, como antes he dicho. Así que lo encubrió.

Total, que no fue detenido, ni nada. Se ocultó hasta que pasó "la tormenta" de maderos de mierda con la ayuda de su nueva amiga psicóloga.

Y, bueno, sobre los jovencitos muertos y sus restos.... poco más se investigó. ¡Bah, que les jodan! haber estudiado en lugar de irse ahí, a las marismas, a meterme mierda e intentar, ya de paso, meterla. Y ellas, por zorras, guarras y calientabraguetas. Qué sí, que no, que no, que sí.... venga ya ,hostia.
Los putos niñatos depravados éstos... más tendrían que haberse quedado en el sitio, ya.

Pues eso, que se enamoran la psicóloga y el hombre caníbal. Entonces él cambia por ella y se normaliza.

Y ambos encontraron la felicidad, porque el amor todo lo puede.

Y no volvió a comerse a nadie más, sólo a ella.
Pero figuradamente, no literal.
Porque la quiere.
Y ella a él, también.

Y fin.