sábado, 15 de marzo de 2014

La historia de Simeón Maroto Núñez

Te voy a contar una historia.
Trata sobre un jovencito que se sentía herido por los comentarios que se vertían sobre él.

Simeón era un joven tímido y retraído.... encontraba el consuelo en los libros y en los videojuegos. Soñaba con rodearse de personajes interesantes, de tener conversaciones repletas de comentarios dignos de wikiquote, de conocer chicas con las que picarse y, después salvar, de algún peligro. Y claro, besarlas y lo que sigue.
Sí, era de esos niños granudos que en el mundo real pasean encogidos, con la espalda curvada, cabizbajos, cara de carpa triste y mal conjuntados. Además se duchaba poco.

Los popus de su escuela exhibían su entrepierna ante las popus, mientras ellas exhibían las curvas de su cuerpo, retorciéndose, ante el popu más popu de los popus.... que solía tener la entrepierna más pronunciada. Después de ésto se creaba una pequeña jerarquía de popus que desembocaba en una tribu. Iban a por Simeón y empezaban a decirle cosas que su mente les dictaba por diversos motivos.

-Bah, eres un tonto con un nombre feo....¡ y seguro que te meas en la cama!
-Jajajajaja ¡sí, sí! ¡en la cama, en la cama! jajajajaja ¡te meas, sí!
-Y encima eres un mierdecilla.... ¡no te atreves a mirarme a los ojos siquiera!
-¡Si, eso sí! un mierdecilla que no mira a los ojos ¡eso es!
-Y un virgen, ¿qué chica va a querer siquiera tocarte?
-Jajajaja ¡ninguna, ninguna! jajajajaja ¡penoso, penoso!

A veces pasaba yo por ahí y veía el panorama.... en ocasiones, incluso intervenía.

-Oye ¿os importaría callaros? me duele la cabeza de oír vuestra voces de pubertos llenas de gallos.
-Oh... claro.... sólo  intentamos.... lo sentimos.
-Jejeje no pasa nada, me parece muy normal que queráis exhibir vuestra dominancia en el patio.... pero ayer pasé una noche un tanto movida y me molesta el sonido de vuestras voces chillando.
-Vale, vale.... perdón

Pero volvamos a la historia principal....
Ocurría que, el resto de personas, no le decían a la cara lo que opinaban de él.... y en su mayoría también opinaban lo mismo que los popus. Pero eran más educados y se lo guardaban delante del fétido friky. Aún así, ésto llegaba a oídos de Simeón.

Llegó un punto que el pobre diablo fue consciente de todo lo que se decía de él.... y le abordaban severas dudas....

*¿Me meo en la cama? ¿Y porqué no me doy cuenta? ¿Se levanta mi madre a cambiarme las sábanas de noche sin que yo me despierte? ¿Porque no me despierto, me droga? ¿De donde saca esa droga? ¿Y cómo lo saben ellos, entonces?. Si saben eso también sabrán que me drogo.... ¿pensarán que soy un drogadicto? ¿Y porqué me meo en la cama? Qué asco debo dar.... quizás por es razón huelo tan mal.

*¿Qué voy a hacer, si soy un mierdecilla? ¡jamás me enfrentaré a alguien! y menos si no me atrevo ni a mirarles a los ojos..... soy patético. El resto de chicos son tan atrevidos comparados conmigo.... ¿qué clase de vida le espera a un mierdecilla como yo? ¿Y porqué no puedo mantener el contacto visual?
Soy un mierda.... quizás por eso huelo tan mal.

*Tiene sentido el argumento de que soy virgen cuando la verdad es que las chicas no se acercan a mi. Osea que es porque no quieren tocarme.... ¿porqué, si soy penoso? a no ser que penoso no quiera decir que tengo un inmenso pene, si no otra cosa. 
Oh.... dios mio.... apesto a fracaso. ¿Será eso lo que huele tan mal en mi?

Como suele pasar, él sentía que algo no encajaba y eso le escamaba. Su mente cada vez se llenó más de rabia hacia aquellos que le injuriaban.... ¿pero porqué? ¿acaso no quería reconocer la verdad de su patetismo? entonces su furia de doblaba. Se cabreaba tanto con el mundo como con él mismo.

Un día se llenó de furia y decidió atacarles a todos, victima de sus propios impulsos primitivos de destrucción. Debía destruir a todos los que lanzaban esos juicios tan corrosivos para su débil alma.
Así que entró en un trance una mañana 5 minutos antes de sonar el despertador, esperó a que sonara y lo apagó.
Después llenó su mochila de cuchillos, tomó unas cuantas piedras del jardín y agarró dos de sus réplicas de espadas: la de Cloud y la de Sephiroth y se las colocó en cada mano.
Salió por la puerta y cruzó la calle sin saludar a los vecinos.

Al llegar al instituto ya lo podemos imaginar.... más que una sangría, una carnicería porque también hubo pedazos de carne ¡incluso huesos!.
Sabía que todos decían lo mismo, ante él o a sus espaldas.... todo eran culpables de hablar sobre lo que no debían hablar.

Finalmente se dirigió a la tribu de popus y sin mediar palabra decapitó al chico que complementaba las frases acusatorias del cabecilla.
Victima de trance, tuvo una intensa catarsis.... y es que esas popus, las hembra, también se metían con él, y de forma sumamente cruel.... le solían gritar esas verdades a la cara de forma cruda y sin anestesia. Sin embargo, no se podían negar las tremenda voluptuosidad que derrochaban sus cuerpos. Las  muy cochinas....
Varios años de deseo sexual reprimido, saturando la disolución hormonal con odio y furia, estallaron.
Agarró al cabecilla por el pelo, le puso un cuchillo jamonero bien afilado (estaría en trance, pero todo estaba impecablemente calculado) en la garganta y amenazó con degollarlo ahí si no se metían las 5 en el aula 69... se percató que solían ser 6, una faltaba. Estaría enferma, la suertuda.

Una vez dentro del aula ató con cuerdas (que también traía) al muchacho y a los otros 2 "lameculos" varones y les cubrió con cinta americana la boca.
Los hizo acomodarse y ver el espectáculo que iban a ejecutar las chicas.

Y bueno.... les hizo hacer verdaderas perversiones. De hecho, esa palabra se queda corta. Desnudarse, tocarse, lamerse entre ellas, morderse cada parte del cuerpo hasta formar heridas, azotarse, lamerse la sangre entre ellas, meterse material escolar en sus virginales orificios (porque sí, resultaron se vírgenes las muy calientabraguetas). Tuvo el irónico detalle de obligarlas a hacerles una felación a sus "amiguitos". Luego las violó con extrema violencia una a una.... aunque ellas no oponían la más mínima resistencia a éstas alturas.
Sólo diré que, hacía pequeñas pausas para hacerles delicados cortes en la piel a las chicas. Y que las mataba a todas de un mordisco en la garganta, excepto a una que no llegó a morder, pero sí a violar, claro.

Después sacó a los 3 chicos del aula, puso a dos de ellos (los "lameculos") el uno junto al otro y apartó al cabecilla.

Disfrutó de la esgrima, y despedazó a estocadas a "esos dos imbéciles".


Mientras, Núria y yo volvíamos del bosque.... habíamos pasado una bonita mañana "a solas", dejándonos llevar por la naturaleza. Parece ser que le excitó la forma que tuve de llamar la atención ayer a sus amigos y no vaciló en agregarme a facebook y explicármelo la tarde pasada.
Una sorpresa de chica, me sorprendió conocerla y descubrir que, para mi sorpresa, era sensible, simpática, inteligente y con un delicioso sentido del humor. Y su sonrisa.... ¡ay, su sonrisa!....
Normalmente las chicas que pertenecen a esos grupos de popus-macarrillas suelen ser poco más que putitas florero.... bordes, tontas, con un carácter insoportable, arpías, creidas.... pero no ella. Sí, disfruté mucho con y de ella. E intenté que lo mismo pudiera decir ella de esas 3 horas en el bosque conmigo.
Total, que volvíamos abrazados cuando vimos que llegaban centenares de policías al instituto.
Entramos al edificio y pudimos ver "el panorama". Ella quedó en shock al ver los cadáveres descuartizados y las cabezas de sus amigos y amigas por los suelos. La abracé fuerte.

Entonces apareció Simeón con ese curioso aspecto de caminante post-apocalíptico y cubierto de sangre desde una terraza interior, y tenía cogido al cabecilla, que estaba atemorizado.
Abajo estábamos nosotros y algunos profesores, que miraban estáticos y atónitos.

Entonces Simeón colocó un cuchillo con una inmensa, brillante y afilada hoja en la garganta del cabecilla.
Fué entonces cuando una mano ensangrentada agarró con fuerza su brazo. Se giró y ahí estaba, la chica a la que no llegó a morder, desnuda, de rodillas y suplicando entre sollozos que no lo hiciera, que se detuviera.
Simeón pareció despertar del trance, pues gran parte del odio y la rabia desaparecieron de su cara.... entonces se paró un rato el tiempo para él....

¿Una chica la había tocado? Pero.... no podía ser, a él no le tocaban las chicas por iniciativa propia. Se lo decían a diario, sobretodo el chico que tenía pegado a su cuchillo.
¿Y sí... aquello que dijo no era verdad? ¿Y si resultara que el resto de personas no tenían la verdad absoluta?
Divagaba, una idea que empezó a inflarse en su cabeza por segundos, pero no podía ser.
Ya no estaba ciego de ira, pero sí de poder, de atención.... y de adrenalina.
Miró al chico le obligó a gritar algunas sentencias.

-¡Simeón es el rey! ¡Simeón se mea en mi boca y no en su cama!
-¡Simeón fornica que da gusto, yo quiero la polla de Simeón dentro de mi!
-No soy más que una gallina desplumada, a punto de ser decapitada
-¡El centro de la galaxia no es el Sol, es Saturno!
-¡Simeón jamás ha matado a nadie!

Y algunas cositas más que no voy a transcribir aquí por lo sumamente desagradables que son sus imágenes mentales.

Simeón no podía parar de reír.... ¡era cierto! lo que la gente decía no tenía porqué ser cierto, lo que la gente sentenciaba, incluso lo que la gente creía firmemente.... ¡no era la verdad absoluta necesariamente!.
¡El resto de personas podían equivocarse!
Los ojos de Simeón se iluminaron como se iluminan los ojos de un universitario tras recibir su diploma después de 17 años esclavizado por el sistema educativo y sus mayores, saboreando la libertad.... ¡No importa lo que piensen, no importa lo que digan! ¡Es posible que se equivoquen!
Sus carcajadas pasaron de sádicas a gozo divino, como el que se quita un gran peso existencial de encima.

Entonces me miró lloroso, emocionado tras su empírico descubrimiento.
Yo lo miré de forma severa y serena. En mis ojos se podía leer mi mensaje no verbal, casi telepático:
"Enhorabuena, ahora lo sabes. Pero.... ¿crees que éste es el camino, muchacho?"

De repente ocurrió que una salpicadura de sangre brotó espontáneamente de la frente del sonriente y ahora feliz perturbado. Una bala de la ley atravesó el cráneo de Simeón, que cayó desplomado desde la terraza y, junto a él, al cabecilla que tenía sujeto en sus manos. La caída desnucó al cabecilla y un charco de sangre más caliente que fresca se expandía bajo la cabeza del espadachín, que lucía un ictus sonriente como último suspiro.

Así fue como la ley, la sociedad, el orden y "el bien" eliminaron, de nuevo, a otra alma que había encontrado la libertad, que había transcendido los muros impuestos finalmente. Pero, si algo hizo que se ganara un sitio en la poesía, fue que murió sonriendo.